Desconexión

Todos necesitamos tiempo para nosotros, para desconectar de responsabilidades, gente y de nuestros propios pensamientos.

Me he dado cuenta que muchas veces acallo mis pensamientos con música. El pasado fin de semana después de muchos años, no he necesitado de la música, he estado en paz conmigo misma e incluso a gusto, cosa que no consigo recordar cuanto hacía que me pasaba.

He pasado un fin de semana en las montañas, en casa de una amiga. Llegamos tarde el viernes por la noche y el sábado nos diluvió pero, eso no amargó mi día (cosa que en otro momento sí lo hubiese hecho), he buscado el punto positivo, he conocido a mucha gente y además viví en plena alta montaña una tormenta eléctrica.

El domingo fue de lo más placentero. Subí a unos lagos, busqué en el que quedaba más arriba (y por lo tanto tenía menos tráfico de gente), me busqué una piedra lo suficientemente cómoda para tumbarme y leer. Estar en silencio, sola con mi kindle, una manzana y el viento gélido de la alta montaña, me aportó mucha paz interior y una felicidad que hacía mucho mucho tiempo que no sentía.

He vuelto a la ciudad en la que vivo y al trabajo con las pilas cargadas, con ganas de mantener esta paz conmigo misma y de sentirme fuerte y sin tener la necesidad de la música para no sentirme sola. Puedo estar sola. Es más, no sólo puedo estar sola, sinó que disfruto de el silencio, de volver a poder concentrarme en una lectura y disfrutar de ella. Tengo ganas de deborar libros, he vuelto a sentir esa pasión por la lectura que, no miento cuando digo, había perdido hace más de una década.

Sí he leído best sellers en verano, en la playa, como todo el mundo, pero hace tiempo que no me concentraba en una lectura un poco más compleja. Literatura. Lo que se entiende por literatura.

Estoy contando los días que me quedan para las vacaciones y seguir con la desconexión, la lectura y la paz interior.